Roy, Joaquin. (2005) La naturaleza y la estructura institucional de la Unión Europea: un laberinto para la sociedad civil y el cabildeo. = The nature and institutional structure of the European Union: a maze for civil society and lobbying. Jean Monnet/Robert Schuman Paper Series Vol. 5 No. 3 February 2005. [Working Paper]
Abstract
Puede no ser la introducción más agradable y memorable para visitar una ciudad o llegar por primera vez a un país, pero los servicios del taxi son casi insustituibles en numerosos casos. El timo, la sorpresa, la irritación o incluso el agrado se combinarán en dejar una huella permanente y profunda de esas primera impresiones. Los taxistas de las frías y aparentemente impersonales capitales europeas con mayor concentración de organizaciones internacionales y de integración europea no se espera que resulten los más rigurosos expertos en la legislación o la estructura institucional de las mismas, pero se supone que deben tener una idea bastante nítida de la ubicación de las sedes de los principales núcleos de decisión y poder. Cada viajero tiene anécdotas que explicar. De mis escalas en Madrid recuerdo con sonrisa la estupefacción de un taxista al que pedí que me llevara al palacio del Senado, justamente al principio de la transición española, sin que supiera donde estaba el edificio que fue secuestrado con el Consejo Nacional del Movimiento franquista. Otro me dijo que no recordaba que hubiera una representación de zarzuela esa semana, cuando le pedí que me llevara al palacio del mismo nombre, residencia real. Los taxistas son, hay que reconocerlo, una especie única. Aparte de proporcionar una idea del momento político y económico de un país, sus reacciones acerca de una petición nuestra de destino pueden servir de base objetiva para evaluar la importancia inmobiliaria del lugar en cuestión, del status del domicilio de una amistad, de la ubicación de una institución o empresa. Yo todavía recuerdo con sorna mi primera visita a Buenos Aires y la reacción del taxista cuando le pedí que me llevara a la cancha de Racing en Avellaneda: “ahí no voy: es muy peligroso”. Tozudo, persistí y el segundo taxi al que le solicité el viaje me llevó, al tiempo que me advirtió que comprara una platea, que escondiera los billetes, el reloj y el anillo.
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